"En la
Iglesia también existirán siempre tonos secundarios de
voces mal afinadas que quieren abrirse paso y
determinar el acorde. Son tonos secundarios de
debilidad o de negación humanas dentro de la Iglesia,
aprovechados con maliciosa alegría por los acusadores
de la fe como justificación de la incredulidad y
agrandados de mil modos, como si no hubiera nada más y
se hubiera dicho con ello todo lo que hay que decir
sobre el cristianismo y la Iglesia. Se puede mirar al
hombre, al mundo y a la Iglesia desde la perspectiva
del acusador y dar a una imputación permanente como
esa la apariencia de la más elevada moral. Se puede
tratar de destapar la hipocresía oculta por doquier.
Estamos rodeados de un número cada vez más grande de
hombres que se arrogan la función de árbitros
universales y enseñan a los hombres a despreciarse a
sí mismos y a desdeñar todo lo que parezca bello y
bueno. Ahora bien, esta aparente moral del
envilecimiento del hombre, que busca la verdad
únicamente en la inmundicia y la acusación, se
enfrenta siempre con el hecho de que Cristo y el
Espíritu Santo llevan en la Biblia el nombre
"paráclito", es decir, intercesor. Cristo ha venido
para defender al hombre, de ese modo se defiende Dios
a sí mismo."
Joseph
Ratzinger (Benedicto XVI) en 1980, tras la primera
visita de Juan Pablo II a Alemania. Publicado en 1983
(Zeitfragen und christlicher Glaube) y en 1990
(Mitarbeiter der Wahrheit. Gedanken für jeden Tag),
texto tomado de las páginas 281-282 de la traducción
de esta obra en Cooperadores de la verdad
(Reflexiones para cada día del año), Rialp,
Madrid, 1991, 499 páginas.
Las críticas al Opus Dei
No pretendo examinar todas las posibles
críticas sobre el Opus Dei, sino algunas que pueden parecer
más verosímiles.
Internet nos facilita el acceso a
fuentes de información muy diversas, pero no es fácil
contrastarlas con la realidad: la misma apariencia (o incluso
más bonita) puede tener una página engañosa que otra que dice
la verdad. Por si la lectora o lector se asusta al oír hablar
de "verdad" y "mentira", pondré un ejemplo: entre las decenas
o cientos de correos electrónicos no solicitados que recibirá
hoy, alguno se titulará: "tu ordenador tiene un virus". ¿Es
esto verdad o mentira? ¿Cómo puedo saberlo? ¿Tengo que pasar
el antivirus cada vez que me llega un mensaje así?
Los mensajes anónimos se
tiran
Cuando empecé a usar el correo electrónico, en
1996, leía todos los mensajes. Ahora probablemente ni
siquiera abro el 1%. Cuando uno "está en la red", porque ha
puesto su dirección en alguna página, termina por recibir
cientos de mensajes al día. Una de las primeras reglas que
se aprenden en estas lides es que los mensajes anónimos se
tiran: no tienen credibilidad. Cuando alguien no se
presenta, no está claro qué pretende.
El Opus Dei está "online" desde
hace mucho tiempo (en el mundo está desde 1928) y es lógico
que a su paso se arme ruido. Para concretar, voy a referirme a
una página
web que dice ser "una web sobre el Opus Dei" al mismo tiempo
que "no es una web contra la Iglesia", publicada por Agustina López de los
Mozos Muñoz. Funciona como un foro donde quien se registra
aparece con un apodo y en la práctica puede permanecer
anónimo.
Antes se decía que las personas importantes
recibían anónimos, hoy los recibimos todos. Si se nos
propone una determinada conducta, se nos está pidiendo que
asumamos la responsabilidad de nuestros actos. Y es lógico
exigir cierta reciprocidad: la de que quien da el consejo
asuma también la responsabilidad de lo que hace.
No me parece de recibo ponerse a
dar consejos sin presentarse, porque una conducta
irresponsable difícilmente puede ser prueba de que lo que se
aconseja es una conducta responsable. La autora ("María") de
uno de los correos publicados en la página de Agustina (a la
sazón, el más leído de su sección) concluye que "el anonimato
en el que os escudáis es otra cosa que me da pena, porque
demuestra la cobardía de quienes no dan la cara".