Sentido común Hitler, Franco y otros dictadores
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El hombre es un ser social y quienes tienen fe no dejan de serlo. Según los cristianos, Dios no actúa normalmente al margen de las propias reglas que ha escrito en la naturaleza humana. Si, en las cuestiones naturales, el hombre debe apoyarse en los demás, también sucede lo mismo en las que se refieren a la fe: no fiarse de uno mismo y fiarse de Dios se traduce también en fiarse de los demás, y en particular de aquellos que también procuran rezar. El cristianismo afirma —no porque algunos hombres se hayan creído superhombres, sino porque a Dios le ha venido en gana hablar (revelarse) e incluso hacerse hombre (encarnarse)— que es posible y conveniente pedir consejo a otros sobre las cosas relativas a la fe: la Iglesia es, para los cristianos, una institución querida por Jesucristo, el Dios encarnado, y su misión es orientar a los hombres en su camino hacia Dios. Por supuesto nadie está obligado a creer en la Iglesia. Pero nadie podrá mostrar, en mi opinión, que la Iglesia actúa trastocando la forma de funcionar de la naturaleza humana. El Opus Dei es una institución de la Iglesia: esto puede comprobarlo cualquiera leyendo el Anuario Pontificio. Si, en opinión de Agustina y compañía, la Iglesia ha sido engañada por el Opus Dei, lo único que muestran con esta opinión es que no tienen fe en la Iglesia. O, dicho de otro modo, que tienen una "fe" con condiciones. Cuando se habla de confiar en Dios y no en uno mismo, se trata de auténtica confianza, no de confianza en la medida en que a mí me parezca todo estupendo. Jesucristo no dijo a los apóstoles que lo que ellos ataran quedaría "atado si los otros quieren que así sea", sino que quedaría atado. Y no les dijo que enseñaran a todos los pueblos lo que los pueblos quieren oír, sino que les enseñaran y basta. Dar consejo en cuestiones de fe no es violentar las conciencias —me refiero a ese "charlar" de quienes en el Opus Dei tienen la tarea de dar consejo, a la corrección fraterna, que es una forma de dar consejo que todos tienen como tarea, al "apostolado" en general—: el que lo quiere lo toma y el que no lo deja, en función de lo que su fe en conciencia le dicte. Por supuesto, si además le parece bonito y atractivo, que lo tome también por eso. Pero eso no es fundamental. Lo fundamental es seguir la voz de la propia conciencia, y entre cristianos se entiende que se trata de una conciencia iluminada por la fe. La fe no se impone, lo mismo que la confianza no se compra. Si Dios hubiera querido transmitir todo el contenido de la revelación a cada conciencia en particular, estaba "en su derecho" de hacerlo (aunque modificara las "reglas del juego" con esa milagrosa actuación), pero quien piensa que de hecho tales intervenciones extraordinarias son lo ordinario, no es cristiano: para esa persona la Iglesia es superflua. Si alguien quiere afirmar esto, al menos que lo haga sin negar a otras personas el derecho a afirmar lo contrario, y sin afirmar que él es cristiano y que esas otras personas no lo son. Nuestra sociedad supone a las personas el derecho a comprometerse, es decir la libertad. Agustina y compañía no niegan este derecho en general, ya que se lo reconocen a sí mismos: tienen derecho a comprometerse en la causa de "combatir" el Opus Dei. En cambio, la gente del Opus Dei es una gente a la que debería negarse el derecho a comprometerse (con el Opus Dei). Es decir, es gente que no es libre, y no lo es porque forma parte del Opus Dei: porque ha caído en "las garras" de esta organización. Puesto que el Opus Dei forma parte de la Iglesia católica y ésta tiene acuerdos con el Estado Español (por ceñirme al país donde vivo), Agustina y compañía parecen ponerse por encima de la ley al afirmar que el Opus Dei se ha "colado" en la Iglesia al formar parte de la estructura jerárquica ordinaria de la misma (como prelatura personal), y por ende que la Iglesia, mientras no "eche" de sus filas al Opus Dei, engaña al Estado. Esta acusación no está explícitamente expuesta en todas las páginas que presenta Agustina. Me parece que esta pretensión de "criminalizar" el Opus Dei y "castrar" las libertades ciudadanas de todos sus miembros (decretando que no son libres) es el sentido, quizá "sólo" de fondo pero claro, del contenido de estas páginas. Los responsables de la página de Agustina quizá piensen que se ponen sobre la ley, pero lo que hacen es ponerse fuera de la ley. Me parece que afirmar que lo que dicen es sólo una opinión no le exime de presunto delito de injurias, atentado contra el honor y la intimidad de las personas, etc.; ya que la repetición constante de opiniones influye sobre la opinión del lector, y por lo demás opinar que alguien es un imbécil es ya una difamación. Incluso aunque Agustina tratara de decir que no comparte necesariamente la opinión de todas las páginas que acoge (algo que de momento no dice), esto no le exime de responsabilidad. El que publica un texto ajeno, también es responsable. En Alemania, incluso quien pone una conexión a otra página web es corresponsable del contenido de la página a la que remite. Por si a alguno le extraña que no ponga yo una conexión a la página de Agustina, aquí tiene la razón: no quiero hacerme corresponsable. En el Opus Dei hay en mi opinión más nueces y menos ruido del que cree oír Agustina. Y, en cambio, en la página web de Agustina hay mucho ruido, demasiado ruido, y pocas nueces. |