Los ministros de Franco que eran del Opus Dei
Como es “lógico”, este tipo de críticas se repitieron y aumentaron a partir del momento (1957) en que hubo miembros del Opus Dei que fueron ministros de Franco. Por si resulta que lo que se busca en el fondo es saber cuántos quiénes fueron los miembros del Opus Dei que fueron ministros de Franco (sobre ello puede verse este blog), fueron ocho; he aquí la lista:
Alberto Ullastres Calvo: ministro de Comercio desde el 25 de Febrero de 1957 hasta el 7 de julio de 1965.
Mariano Navarro-Rubio: ministro de Hacienda desde el 25 de febrero de 1957 hasta el 7 de julio de 1965.
Gregorio López-Bravo de Castro: ministro de Industria desde el 10 de julio de 1962 hasta el 29 de octubre de 1969 y ministro de Asuntos Exteriores desde esa fecha hasta el hasta el 11 de junio de 1973.
Laureano López-Rodó: ministro sin cartera desde el 7 de julio de 1965 hasta el 22 de julio de 1967; ministro del Plan de Desarrollo desde esa fecha hasta el 11 de junio de 1973; y ministro de Asuntos Exteriores desde la anterior fecha hasta el 3 de enero de 1974.
Juan José Espinosa San Martín: ministro de Hacienda desde el 7 de julio de 1965 hasta el 29 de octubre de 1969.
Faustino García-Moncó Fernández: ministro de Comercio entre las mismas fechas que el anterior.
Vicente Mortes Alfonso: ministro de Vivienda desde el 29 de octubre de 1969 hasta el 11 de junio de 1973.
Fernando Herrero Tejedor: ministro Secretario General del Movimiento desde el 11 de marzo de 1975 hasta su fallecimiento el 12 de junio del mismo año.
A este respecto hay documentación abundante (aconsejo la que puede leerse en la página web "ponte al día"), que a fin de cuentas vuelve sobre el tema con el que abrí este apartado: los miembros del Opus Dei afirmaban no actuar por cuenta del Opus Dei sino por su propia cuenta y libremente. Comentarios que puedo añadir:
1) No es imposible que haya habido miembros del Opus Dei que pensaran —desde posturas falangistas o afines— que el régimen de Franco era el mejor posible y que era obligatorio apoyarlo. En mi opinión, de existir, tales casos sólo probarían que esas personas eran libres, aunque mostraran su libertad con el defecto de no aceptar el consejo espiritual del fundador del Opus Dei, que con su actuación y su palabra dejó bien claro que un católico no puede aceptar que una dictadura se presente como un régimen normal.
2) Muchos miembros del Opus Dei fueron posibilistas y colaboraron con el régimen en la medida en que se lo permitía su conciencia: porque veían posibilidades de desarrollo económico y apertura política, que consideraban buenas, y al mismo tiempo pensaban que el escollo principal —que Franco no estaba dispuesto a dejar el poder— era imposible de remover y no era un mal absoluto (en el sentido de que hiciera mala toda colaboración con el régimen), sin un mal menor cuyo perjuicio podía compensarse con los bienes obtenidos del desarrollo y apertura que se podían conseguir colaborando.
Esta postura estaba desde luego admitida por la Iglesia, y Escrivá no podía imponer un código de conducta política distinto a los miembros del Opus Dei, partiendo de que el Opus Dei es para gente normal y no tiene doctrinas particulares.
3) Hubo miembros del Opus Dei que se opusieron activamente al régimen de Franco, algunos, como Rafael Calvo Serer, llegaron a puestos de relevancia (en el Consejo Privado de don Juan, y más tarde en la “platajunta” democrática de la que también formó parte Santiago Carrillo). Estos miembros llegaron a la convicción de que el “problema” esencial de la dictadura era un mal mayor, y que lo primero era quitar a Franco, o en todo caso que sin remover tal obstáculo no se sentían dispuestos a colaborar con el régimen.
Esta postura también está permitida a un cristiano, ya que la Iglesia no fuerza a aceptar un régimen concreto si las injusticias de tal régimen parecen intolerables a la conciencia de dicha persona. Tampoco el Opus Dei podía aquí imponer una doctrina diferente.
4) No es tampoco imposible que hubiera miembros del Opus Dei que pensaran que, en el caso de Franco, hubiera estado justificado el tiranicidio. No tengo noticia de tales casos. En abstracto no se puede descartar tal opción como legítima, aunque sí es extrema. A la vista de la evolución del régimen, no sé si quedan personas que consideran no sólo que la remoción de Franco hubiera sido beneficiosa, sino que liquidarlo era una obligación en conciencia. Dada la complejidad de las circunstancias, me parece que serán aún menos los que tengan el atrevimiento de echar en cara no haberlo hecho a quienes vivieron entonces.