Escrivá y la oposición a la dictadura: riesgo de encarcelamiento
Me referiré aquí a algunos datos que presenta Andrés Vázquez de Prada en el volumen II de la biografía del Fundador del Opus Dei, y que me parece que pueden ayudar a comprender cuál fue la postura de Escrivá respecto al régimen de Franco en los años de la posguerra en que la dictadura se configuró como tal.
Citaré las páginas del libro entre paréntesis, mientras que pondré entre corchetes los textos que en el libro son citas, generalmente referidas al archivo de la Prelatura del Opus Dei. El primer dato (p. 388) se refiere a una persona que había sido arrinconada y perseguida al terminar la guerra civil, cuya viuda agradecía la compañía que Escrivá hizo a su marido “en los años en que nadie —ni los amigos más íntimos— se habían atrevido a manifestarle afecto, porque se encontraba en la cárcel, con la acusación de pertenecer a la masonería” [Javier Echevarría, Sum. 2946].
Por haber oído contar a D. Juan Bautista Torelló —un sacerdote que actualmente vive en Viena— lo que le dijo Escrivá al conocer su filiación catalanista (en 1940), corroboro lo que escribe Vázquez de Prada: “En una larga conversación que tuvo Juan Bautista con don Josemaría, le manifestó que pertenecía a una organización de defensa de la cultura catalana, considerada por la policía como clandestina y antifranquista, pues estaba prohibido el uso del idioma catalán. El Fundador le recordó la libertad de que gozaba en ese aspecto; era problema suyo, y nadie en la Obra le preguntaría sobre ello. Pero, ya que me lo has dicho —añadió el sacerdote—, te quiero dar un consejo. Procura que no te detengan, porque, siendo pocos, no nos podemos permitir el lujo de que uno de nosotros esté en la cárcel. No pasaban entonces de media docena los miembros de la Obra en Barcelona.” (p. 389)
El riesgo de ir a la cárcel pasó de ser una amenaza que recaía sobre algún miembro del Opus Dei, a serlo para toda la institución, después de que en julio de 1941 se presentara una denuncia ante el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo, cuyo ponente era el Sr. González Oliveros: “se denunciaba a un grupo de personas, dirigidas por el padre Escrivá, de formar una rama masónica con concomitancias de sectas judaicas” (p. 512). El presidente del Tribunal, general Saliquet, se interesó por el género de vida de los miembros y entre otras cosas le dijeron que vivían la castidad. “El presidente entonces decidió que no se hablara más de la denuncia y que se archivara el asunto, pues él jamás comprendería la utilidad de que un masón para sus fines, tuviera que vivir la castidad. Aserto que compartió el Tribunal en pleno (Existe relación del magistrado Dr. Luis López Ortiz, entonces Secretario General del Tribunal Especial de Represión de la Masonería [cfr. Registro Histórico del Fundador, Testimonio-04214).]”.
En los momentos en que el régimen se constituía, puede decirse por tanto que Escrivá mantenía contacto con personas que habían caído en desgracia, hasta un punto más allá de lo que otras personas —amigas de los “derrotados”— consideraban prudente. Incluso en el Opus Dei había quien desarrollaba actividades ilegales —que cualquier persona “normal” consideraría sin embargo como legítimas— y que la institución en bloque fue acusada de algún tipo de tales actividades (masonería), si bien no necesitó de intervención propia para defenderse de tales acusaciones. Parece, pues, que Escrivá no rechazó a quienes, en forma que los interesados consideraban en conciencia legítima, se oponían al régimen. ¿Cuál fue su postura respecto a quienes sí colaboraban con el régimen?